Chris despertó de repente, sobresaltado. Miró a su alrededor desconcertado. No reconocía nada. No recordaba nada. Se encontraba en una habitación en la cual todo recordaba a un adolescente: Libros de texto de 4º de ESO, un ordenador, CD´s de grupos juveniles, un poster de un equipo de fútbol y algunos de bellas actrices de películas pero él no sólo no recordaba nada de eso sino que no recordaba nada en absoluto.
Intentó levantarse de la cama pero un dolor agudo le hizo desistir del intento. La luz estaba encendida y se oían ruidos en el resto de la casa. Un ruido gutural salió de su garganta cuando intentó llamar a alguien. Sin embargo, la puerta de la habitación se abrió y entró una señora mayor cuya expresión denotaba alegría, sorpresa y una cierta malicia.
Se acercó a la cama, le acarició y con una extraña sonrisa le preguntó cómo estaba. Chris, tras varios intentos, comenzó poco a poco, y con cierta ansiedad a poder explicar la ausencia de cualquier recuerdo.
Ella, mientras le pasaba la mano por el pelo con una ternura un poco forzada, le dijo que había sufrido una caída y había recibido un fuerte golpe en la cabeza la noche anterior. Chris quedo un poco más relajado y volvió a dormirse. De repente, lo despertó el sonido de un móvil puesto en posición de vibración que se encontraba en el interior de sus pantalones. Miró y leyó el nombre de Judit. Lo cogió intrigado. Escuchó una voz dulce y nerviosa que le decía:
- No creas nada de lo que te cuenten....(Continuará...)
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